jueves, 11 de junio de 2020

Por qué cobrar por nuestro arte. Cuánto vale nuestro trabajo



Muchas veces quienes nos dedicamos a algún área del arte, nos hemos enfrentado a personas pidiendo servicios, ya sean clases o exposiciones/presentaciones a bajo costo o, derechamente, gratis. 
Como profesionales nos ofenden estas propuestas, sin embargo, muchas veces las aceptamos, sobre todo si quienes lo solicitan son cercanos o personas queridas. 

Pero, lo cierto es que nuestro esfuerzo requiere un pago. Por ejemplo, si vamos a presentar un baile o una obra, hay un gasto en tiempo y producción (escenografía, vestuario, maquillaje, iluminación, sonido, etc). Como todo trabajador, nuestro tiempo debe valer, y a menos que decidamos entregar nuestro arte en beneficio de una causa que nos motive, quienes soliciten o requieran nuestro servicio, deben estar dispuesto a pagar por él. 

El arte puede ser practicado de manera informal, por aficionados, pero también hay muchas personas que se dedican a esto de manera profesional, invirtiendo mucho tiempo en estudio, costeando cursos de especialización, entre otras cosas. 

“Trabajar por amor a la arte”, una frase muy utilizada por quienes quieren referirse a que un trabajo que se realiza no es bien remunerado. Es normalizado el hecho de que los artistas no ganan dinero por su trabajo y esfuerzo. 

A cuántos nos dijeron, cuando debíamos elegir una profesión que estudiar “primero estudia algo que te dé plata y después lo que quieras”. Cuántos artistas frustrados porque es normal pensar que “no se puede vivir del arte”. 

Pero somos nosotros, los que nos dedicamos al arte de manera seria, ya sea danza, teatro, artes plásticas, literatura, entre otros, quienes debemos dignificar nuestro trabajo. Hacer entender a los demás que nuestro esfuerzo es importante, hermoso y valioso

Si bien, el arte viene desde nuestro interior, es expresión, es el fluir de nuestro inconsciente, es la forma en que nos liberamos y lo hacemos desde que tenemos conciencia, sin el a afán de monetizarlo, no nos debe avergonzar el hecho de poner un precio a nuestro esfuerzo. Así como también somos libres de entregarlo gratuitamente, por el motivo que sea. 

Lo importante es saber que lo que hacemos es trascendente y debe valorarse, y cada quién tiene el derecho de poner el valor que quiera a su arte, para algunos será un aplauso, para otros el dinero con que pagará sus cuentas. 

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